"infancia, adolescencia, muros, investigaciones sobre la libertad"
o "cómo se van generando y moldeando ciertos planteamientos filosóficos de unx" que pueden sonar exagerados o innecesarios a lxs demás.
La niñez es una época determinante para toda la vida posterior. Yo pasé esa primera etapa de mi vida rodeado de amor y protección, en una especie de cortina que funcionaba muy bien por lo general, pero...ni este acogedor refugio ni ninguna otra cosa pudo evitar que me sobrevinieran unas vivencias impactantes que me dejaron marcado de por vida (esto lo dijo una psicóloga muy buena, con mucha experiencia e intuición, que me estuvo tratando 5 años). En la niñez, a situaciones extremas respuestas extremas; ante aquellos estímulos traumatizantes, el niño que yo era tranquilamente podía haber reaccionado tomando el camino de la violencia o recibiendo a la adolescencia abrazado a una botella o a una jeringa. Pero parece ser que determinadas “condiciones de partida” que había en mi estructura cognitiva me llevaron a desarrollar, en primer lugar, una serie de conductas compulsivas como las del protagonista de Mejor Imposible, y más adelante una variedad del llamado TOCP, trastorno que no se conoce muy bien socialmente y no se manifiesta en conductas observables, por lo que ni el entorno social ni mucho menos el afectado saben cómo enfrentarse a él. Sus manifestaciones principales son: i. una constante avalancha o torrente de ideas, impulsada por una mente anómalamente potente y que sabotea la organización de tareas, la gestión de la energía y el tiempo; ii. una constante actitud de crítica y sátira, no sólo hacia mí sino también a veces hacia los demás. iii. la continua obsesión por no hacer sentir mal a lxs demás. iv (ésta es originada posteriormente, en la adolescencia, por acción de las 3 anteriores): una serie de experiencias no vividas en el terreno afectivo que originaron un “agujero” por el que se va la energía.
Estas 4 cosas son suficientes para explicar un montón de dificultades muy complejas que me encuentro todos los días en el mero hecho de vivir (al menos, de vivir en un entorno determinado, y mientras no consiga modificar éste, como explico más adelante) y que al final del día resultan extenuantes. Las 4 interactúan entre sí y me suponen tanto constantes zancadillas en momentos y acciones puntuales de la rutina (por ejemplo, me resulta muy cuesta arriba mantener una conversación con cualquier persona) como problemas nuevos que se van generando a largo plazo (amistades, trabajos o relacioens que se van estropeando porque la gente no comprende mis reacciones, etc...)Y eso que he ideado e intentado aplicar decenas de trucos para intentar cansarme menos, recorrer los días con menor fricción, surfeando por el mundo en lugar de bucear, evitando batear las bolas difíciles de batear y evitando hacer cosas que me requieran mucho esfuerzo, contando con la comprensión de lxs demás. Todos estos condicionantes suponen una prisión que fui construyendo a lo largo de los años, para protegerme de aquel mundo hostil de la infancia, y en círculos concéntricos hacia dentro. A lo largo de los años, y a base de mucho trabajo personal y con la psicóloga, he conseguido romper varios de estos muros, de dentro hacia fuera, hasta que, en un momento dado, me topé con el muro más externo, con un muro que, según me dijeron, ya no se puede derribar debido a que fue construido en la infancia, y al parecer las cosas que se establecen durante la infancia no se pueden modificar más adelante.
Vivir dentro de una jaula le causa a uno un gran afán de libertad. Así, llevo años investigando el tema de la libertad y las posibles formas de llevarla a la práctica. Mis fuentes principales para la investigación son la introspección meditativa y los libros. Pero, como siempre tengo ante mí un muro imposible de derribar, y como soy consciente de esa limitación, mis afanes de libertad se desvían automáticamente hacia otros rumbos. Por eso he desarrollado un montón de ideas, planteamientos e iniciativas de liberación válidas para la gente en general, y aplicables por personas que no tengan la prisión que yo tengo. Es como si una persona incapacitada de una pierna, llevada por la propia frustración de no poder correr, se pasara el día investigando métodos de salto de altura, salto de vallas, etc. Otras personas tienen otras prisiones (casi todo el mundo vive preso de esquemas culturalmente elaborados y complejos que nos han impuesto como precio a la teórica protección que obtenemos de la vida en sociedad, y muchas personas viven en prisiones que son peores que la mía porque por ejemplo han armado sus muros con cañones y disparan constantemente hacia lxs demás). En esa actividad investigadora y de bùsqueda de la libertad reside una ventaja de haber crecido tras los muros de una prisión (no todo son desventajas). Otra ventaja es que la actitud de constante autosátira y la sátira de lxs demás me ha llevado en momentos puntuales a desarrollar juegos o piruetas mentales que resultan divertidas (otras veces resultan simplemente agotadoras). Entre los planteamientos e iniciativas de liberación que he ideado en este tiempo, están: la liberación del afán por tener razón y corregir a lxs demás, la liberación de los agotadores pensamientos de pasado y futuro, la liberación de los circuitos de consumo basados en la explotación de personas, animales y del planeta, (como vía para acabar con la violencia, la guerra, el hambre, la exclusión social, las enfermedades psicológicas y traumas..., la liberación del consumismo, desprogramación de la actitud programada de vivir de acuerdo a principios y dogmas heredados en lugar de buscar los propios a través del pensamiento crítico y definir las verdaderas necesidades, liberación de los apegos en las relaciones sociales, y otras muchas. Me he dado cuenta de que todos estos años de voluntariado, participación puntual en ONG, lecturas interesantes, búsqueda de empatía, meditación, y, en general, actividades orientadas a la búsqueda de la libertad, lo que reflejan es un intento por construir a mi alrededor un entorno más habitable y humano, pero no pensando sólo en la humanidad en general, sino muy particularmente en mí mismo, y por el motivo siguiente: una vez que he llevado mi proceso de derribo de muros hasta el muro más externo e imposible de derribar, lo que he conseguido es practicar en él pequeños agujeros, por los cuales salgo y me doy paseos por el mundo exterior, por el entorno inmediato que rodea mis muros por su lado externo. Para mí, ese entorno es “el exterior”, la fuga aunque momentánea de mi prisión; si al salir me encuentro con que ese entorno también es asfixiante, frustrante y no habitable, me invade la depresión y llego a plantearme como vía alternativa el abandono voluntario de la vida, no como solución desesperada e impulsiva, sino como consecuencia razonable. Por eso, he desarrollado un montón de planteamientos e iniciativas orientadas a modificar el entorno inmediatamente exterior a mis muros y hacer de él un entorno más habitable. En esta empresa, las personas de mi entorno inmediato me dan un apoyo y un seguimiento limitado, porque para ellxs la necesidad (percibida) de cambiar el entorno no es tan acuciante como para mí. Eso ocurría hasta hace poco; ahora, la situación de ese propio entorno está empezando a ser asfixiante también para las personas que no tienen unos muros como los míos. La situación es de emergencia y mucha gente que antes no se preocupaba mucho por cambiar su entorno ahora está empezando a idear planteamientos e iniciativas parecidos a los míos. Sin embargo, para ellxs no es fácil; a diferencia de mí, ellxs no han vivido en una prisión, y no cuentan con los años de experiencia en la investigación y búsqueda de planteamientos e iniciativas de liberación. Por eso, siento que sería el momento adecuado para sacar a la luz todos mis planteamientos e iniciativas y compartirlos con mucha gente. Pero no acierto a encontrar la vía adecuada; siento la fría soledad de quien, conociendo un montón de técnicas para conquistar la libertad, no puede transmitírselas a lxs demás como le gustaría. Y no puedo transmitirlas debido principalmente a que:
- lxs demás no sienten esa necesidad de liberación, o la sienten parcialmente o de otra manera
- las tremendas dificultades que encuentro a la hora de organizar o planificar tareas o actividades (en este caso, las de difusión de mis planteamientos e iniciativas) Actualmente, estoy en tratamiento con otra psicóloga, cuya forma de trabajar también me gusta mucho y en quien también tengo mucha confianza, pero me gustaría circunscribir el tratamiento al terreno de la pareja. Ya no tengo fe en las líneas de trabajo que vayan orientadas a derribar muros, ni con la psicóloga actual ni con nadie. En el terreno concreto del “derribo de mis muros”, siento que ya he alcanzado ese punto insuperable que describía la anterior psicóloga, el muro exterior que ya no puede ser derribado porque está anclado en la niñez, esa etapa de la vida en la que se escriben cosas en tinta indeleble. Así que creo que es una causa perdida. Lo que sí considero útil, y en paralelo a la adaptación del entorno, sería tener un seguimiento de mi vida, rutina y actividades, por parte de alguien que conviva muchas horas conmigo, y que me ayude a ir saltando los pozos del camino que me tiende el TOCP. Pero esto es muy difícil de tener. No basta una sesión de control una vez a la semana, ni tampoco funciona pedir ayuda a la persona que vive conmigo, porque para ella- y probablemente para cualquiera- es una responsabilidad demasiado difícil de llevar. Hace todo lo que puede, pero aun así a veces me siento solo.Tomo unas pastillas, se supone que para mantener bajo control la tendencia obsesiva. Supongo que sin ellas estaría peor. También me han propuesto que simplemente me olvide de todo y no viva pensando en que tengo un problema. Lo he intentado aplicar en innumerables ocasiones (siempre que me canso, intento aplicar esto) pero no funciona, y es lógico; si el muro existe, no sirve intentar avanzar como si uno no lo viera. En medio de todo esto, hay un fenómeno curioso: cuando uno es consciente de contar con una dificultad añadida (mi muro propio), ¿no caerá, a veces, en la tentación de achacarlo todo a esa dificultad? Lo malo es que uno no tiene referencia o criterio para saber a partir de qué punto ya no es por culpa del muro y hasta dónde sí lo es. ¿puedo achacar el 100% de las dificultades a mi TOCP, o hay una parte de la que me tengo que responsabilizar? No hay manera de saberlo.La aceptación de las propias limitaciones supone un descanso, pero que viene acompañado de la tentación de eximirse de la responsabilidad que uno tiene sobre su propio bienestar.
Pero mi mente siempre está inquieta y nunca deja de buscar soluciones. ¿Y si recibiera empatía a propósito de las vivencias que me han traumatizado, tanto las de la infancia como otras posteriores que reforzaron ese trauma?
Pero no sé con quién, cuándo, dónde ni cómo llevar a cabo esas sesiones de intercambio de empatía.Y lo peor: no tengo calma. Siempre estoy acuciado por el trabajo, por las fechas de entrega, por los compromisos sociales. Es normal; cuando llega el momento de hacer las cosas, estoy demasiado agobiado, y las voy acumulando todas.
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