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La Comunicación NoViolenta, desarrollada por Marshall Rosenberg, es un lenguaje de vida.
Se basa en la
empatía. En nuestras sociedades culturalmente elaboradas, estamos acostumbrados a guardarnos los agobios y no compartirlos, porque cuando nos abrimos los demás nos corrigen, nos aleccionan, intentan sufrir igual que nosotros o solucionarnos el problema y, si no lo consiguen, sienten impotencia. Por eso no existe la costumbre de hacer algo mucho más básico y conectado con nuestras verdaderas necesidades: abrirse y compartir con nuestro interlocutor lo que ocurre en nuestro interior, sea bueno o malo. Nuestro interlocutor nos ofrece su presencia consciente, no necesitando juzgarnos ("eso te ocurre porque has hecho tal cosa mal") ni sufrir con nosotros (bajar con nosotros al agujero anímico) ni solucionarme el problema (la solución sólo está en mi mano). Simplemente nos ofrece presencia, escucha, comprensión. Y eso tiene unos efectos terapéuticos y reconstituyentes insospechados.
Yo lo estoy practicando recientemente en mi entorno social inmediato y los resultados son sorprendentes. De todas formas, este mes vamos a un taller de CNV que se celebra en una aldea ecológica y donde se da una comida vegana y se puede pagar en Moras. Promete ser una gran fuente de energía.
Otro pilar de la revolucionaria teoría de Rosenberg sobre la comunicación y la convivencia, aplicada en talleres, seminarios, resolución exitosa de conflictos de toda índole (conflictos conyugales y afectivos, generacionales, sociales, geográficos, religiosos, políticos, etc...) y escuelas repartidas por varios países de los 5 continentes, es la identificación y formulación de las necesidades básicas de uno, liberándonos de lo que es culturalmente elaborado o externamente impuesto.
Cuando uno lo empieza a aplicar, poco a poco, resulta más fácil de lo que parecía.
También habla de la "justicia restaurativa" o reponedora. En un paso más dentro de su apuesta por la no violencia, Rosenberg rechaza el uso punitivo de la fuerza, el uso de la fuerza que sea para aplicar un castigo. El esquema castigo/recompensa, ofensa/justicia, va muy ligado a la conceptualización del mundo según las etiquetas "bueno/malo" y en algunas culturas, donde no está tan implantado este esquema de pensamiento, se da mucha menos violencia y conflictos.
Lo que la víctima necesita es sentirse comprendida (eso va la mayor parte del proceso de recuperación).
Y lo que el agresor necesita es expresar que lo que hizo fue porque no conocía otra forma mejor (siempre las hay) de atender una necesidad.
La teoría, avalada por décadas de puesta en práctica, bebe de fuentes diversas, entre ellas el budismo. Para un taoísta de la vida como el que estas líneas escribe, siempre pensando en que su embalse de energía interior esté cada día más lleno y su superficie más serena, el concepto de la
empatía como néctar divino no puede resultar sino seductor.
Estas ideas conectan muy bien con quienes compartimos el concepto del mal como algo en absoluto inevitable, un fenómeno exclusivo del mundo terrenal, generado en fuentes y mecanismos concretos, y no genético.
En la teoría de la CNV, la jirafa juega un papel simbólico. Representa la comunicación con empatía.
Para mí, la CNV es parte fundamental de esta (R)evolución. La parte más radical (en cuanto raíz) y básica de la revolución y la evolución interior que necesitamos para construir un entorno más humano a nuestro alrededor.
No hay nada que perder y mucho que ganar.
Lukowitz , mmxii