Disquisición
sobre felicidades, peculiaridades y entornosResumen:
después de hacer mucho trabajo interior orientado a aumentar mi
felicidad (por ejemplo, en la línea de apreciar y disfrutar más lo
que me rodea), encuentro que a partir de un momento dado el trabajo
que tengo que hacer es exterior, en concreto hacer cambios en mi
entorno inmediato coyuntural y cultural, o sea, precisamente cambiar
parcialmente lo que me rodea.
ponerse a hablar de la felicidad en plan filosófico sería entrar en divagaciones; aquí lo que se persigue es práctico. uno no quiere dejar de tomar nota de las cosas concretas que por unos motivos u otros investiga.
Tengo dos pequeñas grandes rémoras u obstáculos fundamentales que los médicos consideran trastornos y sólo las tiene una parte de la población. Resumiendo mucho -tampoco es necesario ahondar mucho en ello- se puede decir que son a) hiperactividad mental y b) excesiva preocupación por no hacer daño a otras personas. La primera se ramifica en varias dificultades derivadas, la más importante de las cuales sería la dificultad para organizar el tiempo y las actividades, centrar la mente en un pensamiento concreto, meditar, la parada de pensamiento para que la mente descanse, o en general todo lo que exija una directividad o control sobre la mente. La segunda también lleva a varias dificultades, sobre todo en el terreno social.
Durante bastante tiempo, orientaba mi capacidad y energía a la lucha contra estas dificultades concretas. No son problemas que se puedan arreglar del todo. Sin embargo, la inercia de esa lucha me ha llevado a encontrar soluciones contra otros problemas que no son propios o exclusivos de mí sino comunes a millones de personas.
Así, he desarrollado ideas, planteamientos e iniciativas que funcionan bien como vehículo para que la gente mejore su calidad de vida. Son ideas muy básicas y universales que provienen de experiencias y sensibilidades propias pero también de mucha observación de otras personas, en un proceso que me permitió reducir la cuestión de “cómo ser feliz” a una lista muy breve de planteamientos, el primero de ellos una definición de las necesidades reales de la persona en todas sus dimensiones (física, social, espiritual, etc.) Me gustaría hacer una aclaración: no estoy diciendo que la felicidad sea lo mismo para todas las personas, ni que sea posible ser feliz en todo momento de la vida. Cuando hablo de felicidad´ me refiero no a las múltiples vías, infinitas e inescrutables, que pueden llevar a una persona a sentirse bien, sino precisamente a ese ´sentirse bien´, o sea, a las cosas comunes que asocio a eso que llaman felicidad, y de la cual me gusta resumir diciendo que es una condición de armonía y relativa plenitud del embalse de energía interior o de un buen estado de interconexión con el universo a través del discurrir del néctar divino (aunque las definiciones de esto sean tantas como personas, eso no cambia lo que voy a exponer a continuación). Las líneas de trabajo que a lo largo de años de reflexión he identificado la felicidad son (o al menos me parecen) planteamientos lo suficientemente generales como para que resulten aplicables a todo el mundo que carezca de problemas físicos o mentales importantes,independientemente de su cultura, lugar de residencia, edad, etc. Muchos de ellos tienen que ver con hacer un trabajo interior, vivir el momento presente, establecer conexión con los seres conscientes a través de la empatía y la renuncia a causar daño, etc. Son planteamientos y técnicas totalmente prácticas y muy universales.
A la hora de llevarlos a la práctica, sin embargo, yo me topo con las dificultades a que aludía antes y que tienen la consideración médica de trastornos. Es muy difícil concentrarme en el momento presente teniendo hiperactividad de las ideas, y por ejemplo tampoco resulta fácil tener relaciones plenas con las personas, basadas en la interconexión y el intercambio de empatía, si uno tiene siempre la excesiva preocupación por no “meter la pata”.
De ello se podría extraer la conclusión de que quienes tenemos limitaciones específicas y reales que condicionan el funcionamiento habitual de las capacidades mentales y físicas tenemos una capacidad de ser felices menor que si no tuviéramos dichos trastornos (los que fueren).
Sin embargo, hay otra variable con que jugar, y es el entorno. Si resulta muy difícil cambiar una condición interna, como pueden ser los trastornos descritos, uno puede intentar trabajar el terreno externo. Para ello, y dentro de lo posible, puede hacer el trabajo externo consistente en seleccionar unas condiciones de vida (lugar de residencia, relaciones sociales, hábitos de salud, etc) en que se vea incrementada su capacidad de ser feliz a través del trabajo interno...lo cual equivale a decir que, para las personas con determinadas dificultades añadidas, la vía hacia la felicidad tiene un componente de trabajo externo mayor que para las personas que no tienen dichas dificultades. Para ser feliz, una persona con discapacidad motriz tendrá que vivir en un entorno sin escaleras, con rampas, en general condiciones de accesibilidad, etc. Yo por ejemplo me encuentro con dos líneas de trabajo: la interna -que sería, por ejemplo, invulnerabilizarme o aislarme todo lo posible de la parte de estímulos negativos del mundo exterior (me refiero a la parte que no sirva para ayudarme a aprender cómo funciona y buscar formas de cambiarlo) – y la externa, consistente precisamente en modificar dentro de mis posibilidades ese entorno exterior para adecuarlo mejor a mis necesidades, que -según mi creencia- son compatibles con las de los demás seres conscientes.
Por supuesto, este trabajo externo de modificación del entorno no sólo lo necesitamos hacer las personas con trastornos particulares; todo el mundo es vulnerable a determinados entornos y condiciones externas. Dicho de otra forma, todo el mundo tiene trastornos aunque en el caso de mucha gente éstos sean de menor calado y estas personas, por tanto, sufran menos en las mismas condiciones externas.
Ahora bien, ¿cómo se modifica un entorno físico, social, etc?
En primer lugar, hace falta conocer cómo es, comofunciona el entorno actual,en el que uno se encuentra mal, escaso de energía interior, y no puede ser feliz porque es un entorno lleno de factores que estimulan sus trastornos (por ej, si la persona con discapacidad vive en un barrio lleno de escaleras, se ve acrecentada la forma en que su problema físico le afecta en la práctica). En ese conocimiento, uno se expone a estímulos negativos (precisamente lo comentado en el párrafo anterior), pero hasta cierto punto es necesario conocer lo que uno quiere cambiar (sólo en lo que atañe a su funcionamiento, no los detalles escabrosos).
A la hora de definir cómo funciona y cómo es mi entorno actual, dividiría en dos capas mis observaciones sobre el planeta y la sociedad en que vivo: la capa cultural y la capa coyuntural. En la capa cultural, más enraizada y consolidada a lo largo de siglos de costumbres y procesos históricos, estarían por ejemplo las ideas imperantes en lo que atañe a la moral, los valores- justicia, lealtad, etc. - y lo que se considera bueno o malo. Estaría incluida la propia costumbre de dividir las cosas en bueno o malo (algunas culturas no está tan implantada esa costumbre como en la nuestra) y juzgar constantemente a los demás. Caería en esta categoría, en fin, todos aquellos pensamientos, actitudes, acciones...culturalmente elaboradas (algunas muy complejas) y que muy a menudo están desconectadas o alejadas de las necesidades verdaderas y básicas del ser (un ejemplo es el afán por adaptar el pasado y controlar el futuro: es algo social y culturalmente impuesto, pero que, como se demuestra en las clases de yoga, meditación,etc. es contrario a la búsqueda del bienestar, la cual pasa por vivir el momento presente y no atormentarse con pensamientos pasados y futuros..)
En la capa coyuntural, estaría un sistema económico, político y social que aquí he dado en llamar PICEPAEDUSERIM.
De un tiempo a esta parte, se están deshaciendo los espejismos fruto de un sistema con fachada y trastienda, con lo cual el funcionamiento de este sistema, con sus miserias, contradicciones e insostenibilidades, nos es mucho más conocido que antes.
Una vez que conocemos lo que nos impide ser felices, lo contrastamos con lo que uno necesita y por tanto desea. A continuación, buscamos vías concretas. Por ejemplo, si necesito sentirme conectado con mis semejantes, voy a buscar vías para acercarme a las personas y entablar con ellas relaciones más plenas. Yo he tardado mucho en identificar estas vías, y las suelo exponer en un batiburrillo (en cuanto a que entran cambios del entorno físico, del entorno social, cambios en los hábitos de consumo, en la forma de comunicación con los demás, etc.) o “batería de líneas de trabajo concretas para construir un mundo más humano” , lista que, como nuestra propia esencia -seres compuestos en un 70% por agua- es dinámico y se resiste por naturaleza a la estaticidad, pero que básicamente se plasma en los siguientes términos: Comunicación Noviolenta, huertos comunitarios, ecología, redes de apoyo vecinal, reparación y reciclaje, veganismo y sensocentrismo, recuperación de pueblos abandonados, comercio justo, turismo solidario, moneda alternativa, iniciativas de vida alternativa, economía alternativa y decrecimiento, alterglobalización, Slow Down, utopía social libertaria, cultura libre, idioma esperanto, educación sin autoridad, meditación, yoga, kungfu, etc.
La practicidad de estas líneas de trabajo se plasma en un ejemplo muy concreto: En la sociedad convencional, uno se educa en un ambiente de autoridad, con la idea de que necesitamos que alguien nos controle y nos domine para no tener que pensar demasiado, a la vez que renunciamos a parte de nuestra libertad -y de nuestra felicidad- a cambio de que la falsa sensación de seguridad que nos dan las fuerzas establecidas (gobierno, empresas, bancos, iglesias, jueces, policía, etc.) En un entorno distinto, como las comunidades y comunas libertarias, todo este tejido de relaciones basadas en la desconfianza mutua se deshace de raíz y todo eso se gana en autonomía como ser humano, por ejemplo en tiempo libre para poder atender las necesidades sociales, culturales, espirituales, etc. y no sólo las materiales. Estos cambios del entorno son necesarios para todo el mundo. No me gusta hablar de trastornos** COHERENCIA o enfermedades, sino de necesidades concretas de las personas. Las necesidades son las mismas para todos; cambian las vías concretas en que cada uno puede satisfacer esas necesidades. Pero ahora yo sé que tampoco cambian mucho. Cambian, sobre todo, cuando se da una condición particular -una discapacidad, por ej- en una persona determinada.
Conclusión: después de hacer mucho trabajo interior orientado a aumentar mi felicidad (por ejemplo, en la línea de apreciar y disfrutar más lo que me rodea), encuentro que a partir de un momento dado el trabajo que tengo que hacer es exterior, en concreto hacer cambios en mi entorno inmediato coyuntural y cultural, o sea, precisamente cambiar parcialmente lo que me rodea.
ponerse a hablar de la felicidad en plan filosófico sería entrar en divagaciones; aquí lo que se persigue es práctico. uno no quiere dejar de tomar nota de las cosas concretas que por unos motivos u otros investiga.
Tengo dos pequeñas grandes rémoras u obstáculos fundamentales que los médicos consideran trastornos y sólo las tiene una parte de la población. Resumiendo mucho -tampoco es necesario ahondar mucho en ello- se puede decir que son a) hiperactividad mental y b) excesiva preocupación por no hacer daño a otras personas. La primera se ramifica en varias dificultades derivadas, la más importante de las cuales sería la dificultad para organizar el tiempo y las actividades, centrar la mente en un pensamiento concreto, meditar, la parada de pensamiento para que la mente descanse, o en general todo lo que exija una directividad o control sobre la mente. La segunda también lleva a varias dificultades, sobre todo en el terreno social.
Durante bastante tiempo, orientaba mi capacidad y energía a la lucha contra estas dificultades concretas. No son problemas que se puedan arreglar del todo. Sin embargo, la inercia de esa lucha me ha llevado a encontrar soluciones contra otros problemas que no son propios o exclusivos de mí sino comunes a millones de personas.
Así, he desarrollado ideas, planteamientos e iniciativas que funcionan bien como vehículo para que la gente mejore su calidad de vida. Son ideas muy básicas y universales que provienen de experiencias y sensibilidades propias pero también de mucha observación de otras personas, en un proceso que me permitió reducir la cuestión de “cómo ser feliz” a una lista muy breve de planteamientos, el primero de ellos una definición de las necesidades reales de la persona en todas sus dimensiones (física, social, espiritual, etc.) Me gustaría hacer una aclaración: no estoy diciendo que la felicidad sea lo mismo para todas las personas, ni que sea posible ser feliz en todo momento de la vida. Cuando hablo de felicidad´ me refiero no a las múltiples vías, infinitas e inescrutables, que pueden llevar a una persona a sentirse bien, sino precisamente a ese ´sentirse bien´, o sea, a las cosas comunes que asocio a eso que llaman felicidad, y de la cual me gusta resumir diciendo que es una condición de armonía y relativa plenitud del embalse de energía interior o de un buen estado de interconexión con el universo a través del discurrir del néctar divino (aunque las definiciones de esto sean tantas como personas, eso no cambia lo que voy a exponer a continuación). Las líneas de trabajo que a lo largo de años de reflexión he identificado la felicidad son (o al menos me parecen) planteamientos lo suficientemente generales como para que resulten aplicables a todo el mundo que carezca de problemas físicos o mentales importantes,independientemente de su cultura, lugar de residencia, edad, etc. Muchos de ellos tienen que ver con hacer un trabajo interior, vivir el momento presente, establecer conexión con los seres conscientes a través de la empatía y la renuncia a causar daño, etc. Son planteamientos y técnicas totalmente prácticas y muy universales.
A la hora de llevarlos a la práctica, sin embargo, yo me topo con las dificultades a que aludía antes y que tienen la consideración médica de trastornos. Es muy difícil concentrarme en el momento presente teniendo hiperactividad de las ideas, y por ejemplo tampoco resulta fácil tener relaciones plenas con las personas, basadas en la interconexión y el intercambio de empatía, si uno tiene siempre la excesiva preocupación por no “meter la pata”.
De ello se podría extraer la conclusión de que quienes tenemos limitaciones específicas y reales que condicionan el funcionamiento habitual de las capacidades mentales y físicas tenemos una capacidad de ser felices menor que si no tuviéramos dichos trastornos (los que fueren).
Sin embargo, hay otra variable con que jugar, y es el entorno. Si resulta muy difícil cambiar una condición interna, como pueden ser los trastornos descritos, uno puede intentar trabajar el terreno externo. Para ello, y dentro de lo posible, puede hacer el trabajo externo consistente en seleccionar unas condiciones de vida (lugar de residencia, relaciones sociales, hábitos de salud, etc) en que se vea incrementada su capacidad de ser feliz a través del trabajo interno...lo cual equivale a decir que, para las personas con determinadas dificultades añadidas, la vía hacia la felicidad tiene un componente de trabajo externo mayor que para las personas que no tienen dichas dificultades. Para ser feliz, una persona con discapacidad motriz tendrá que vivir en un entorno sin escaleras, con rampas, en general condiciones de accesibilidad, etc. Yo por ejemplo me encuentro con dos líneas de trabajo: la interna -que sería, por ejemplo, invulnerabilizarme o aislarme todo lo posible de la parte de estímulos negativos del mundo exterior (me refiero a la parte que no sirva para ayudarme a aprender cómo funciona y buscar formas de cambiarlo) – y la externa, consistente precisamente en modificar dentro de mis posibilidades ese entorno exterior para adecuarlo mejor a mis necesidades, que -según mi creencia- son compatibles con las de los demás seres conscientes.
Por supuesto, este trabajo externo de modificación del entorno no sólo lo necesitamos hacer las personas con trastornos particulares; todo el mundo es vulnerable a determinados entornos y condiciones externas. Dicho de otra forma, todo el mundo tiene trastornos aunque en el caso de mucha gente éstos sean de menor calado y estas personas, por tanto, sufran menos en las mismas condiciones externas.
Ahora bien, ¿cómo se modifica un entorno físico, social, etc?
En primer lugar, hace falta conocer cómo es, comofunciona el entorno actual,en el que uno se encuentra mal, escaso de energía interior, y no puede ser feliz porque es un entorno lleno de factores que estimulan sus trastornos (por ej, si la persona con discapacidad vive en un barrio lleno de escaleras, se ve acrecentada la forma en que su problema físico le afecta en la práctica). En ese conocimiento, uno se expone a estímulos negativos (precisamente lo comentado en el párrafo anterior), pero hasta cierto punto es necesario conocer lo que uno quiere cambiar (sólo en lo que atañe a su funcionamiento, no los detalles escabrosos).
A la hora de definir cómo funciona y cómo es mi entorno actual, dividiría en dos capas mis observaciones sobre el planeta y la sociedad en que vivo: la capa cultural y la capa coyuntural. En la capa cultural, más enraizada y consolidada a lo largo de siglos de costumbres y procesos históricos, estarían por ejemplo las ideas imperantes en lo que atañe a la moral, los valores- justicia, lealtad, etc. - y lo que se considera bueno o malo. Estaría incluida la propia costumbre de dividir las cosas en bueno o malo (algunas culturas no está tan implantada esa costumbre como en la nuestra) y juzgar constantemente a los demás. Caería en esta categoría, en fin, todos aquellos pensamientos, actitudes, acciones...culturalmente elaboradas (algunas muy complejas) y que muy a menudo están desconectadas o alejadas de las necesidades verdaderas y básicas del ser (un ejemplo es el afán por adaptar el pasado y controlar el futuro: es algo social y culturalmente impuesto, pero que, como se demuestra en las clases de yoga, meditación,etc. es contrario a la búsqueda del bienestar, la cual pasa por vivir el momento presente y no atormentarse con pensamientos pasados y futuros..)
En la capa coyuntural, estaría un sistema económico, político y social que aquí he dado en llamar PICEPAEDUSERIM.
De un tiempo a esta parte, se están deshaciendo los espejismos fruto de un sistema con fachada y trastienda, con lo cual el funcionamiento de este sistema, con sus miserias, contradicciones e insostenibilidades, nos es mucho más conocido que antes.
Una vez que conocemos lo que nos impide ser felices, lo contrastamos con lo que uno necesita y por tanto desea. A continuación, buscamos vías concretas. Por ejemplo, si necesito sentirme conectado con mis semejantes, voy a buscar vías para acercarme a las personas y entablar con ellas relaciones más plenas. Yo he tardado mucho en identificar estas vías, y las suelo exponer en un batiburrillo (en cuanto a que entran cambios del entorno físico, del entorno social, cambios en los hábitos de consumo, en la forma de comunicación con los demás, etc.) o “batería de líneas de trabajo concretas para construir un mundo más humano” , lista que, como nuestra propia esencia -seres compuestos en un 70% por agua- es dinámico y se resiste por naturaleza a la estaticidad, pero que básicamente se plasma en los siguientes términos: Comunicación Noviolenta, huertos comunitarios, ecología, redes de apoyo vecinal, reparación y reciclaje, veganismo y sensocentrismo, recuperación de pueblos abandonados, comercio justo, turismo solidario, moneda alternativa, iniciativas de vida alternativa, economía alternativa y decrecimiento, alterglobalización, Slow Down, utopía social libertaria, cultura libre, idioma esperanto, educación sin autoridad, meditación, yoga, kungfu, etc.
La practicidad de estas líneas de trabajo se plasma en un ejemplo muy concreto: En la sociedad convencional, uno se educa en un ambiente de autoridad, con la idea de que necesitamos que alguien nos controle y nos domine para no tener que pensar demasiado, a la vez que renunciamos a parte de nuestra libertad -y de nuestra felicidad- a cambio de que la falsa sensación de seguridad que nos dan las fuerzas establecidas (gobierno, empresas, bancos, iglesias, jueces, policía, etc.) En un entorno distinto, como las comunidades y comunas libertarias, todo este tejido de relaciones basadas en la desconfianza mutua se deshace de raíz y todo eso se gana en autonomía como ser humano, por ejemplo en tiempo libre para poder atender las necesidades sociales, culturales, espirituales, etc. y no sólo las materiales. Estos cambios del entorno son necesarios para todo el mundo. No me gusta hablar de trastornos** COHERENCIA o enfermedades, sino de necesidades concretas de las personas. Las necesidades son las mismas para todos; cambian las vías concretas en que cada uno puede satisfacer esas necesidades. Pero ahora yo sé que tampoco cambian mucho. Cambian, sobre todo, cuando se da una condición particular -una discapacidad, por ej- en una persona determinada.
Conclusión: después de hacer mucho trabajo interior orientado a aumentar mi felicidad (por ejemplo, en la línea de apreciar y disfrutar más lo que me rodea), encuentro que a partir de un momento dado el trabajo que tengo que hacer es exterior, en concreto hacer cambios en mi entorno inmediato coyuntural y cultural, o sea, precisamente cambiar parcialmente lo que me rodea.
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